En la más reciente edición de sus Previsiones Económicas de Otoño, la Comisión Europea (CE) mejoró de 11,2 a 9,9 por ciento la reducción estimada del PIB de Italia este año.
Aunque reconoció el liderazgo del sector manufacturero en el proceso de recuperación, el órgano regional afirmó que la demanda interna está llamada a ser la espina dorsal del crecimiento.
El texto alertó sobre el previsible deterioro del índice de desempleo cuando concluyan los beneficios otorgados por el gobierno a los trabajadores afectados por las medidas para enfrentar la emergencia sanitaria, el cual debe pasar de 9,9 por ciento en 2020 a 11,6 en 2021.
Por otra parte, previó un déficit fiscal de 10,75 por ciento, acentuado por la ayuda financiera brindada por el ejecutivo, y un fuerte incremento de la relación entre la deuda pública y el PIB, la cual debe crecer de 134,7 por ciento en 2019 a 159,5 en 2020.
Según la Banca de Italia, el endeudamiento alcanzó en septiembre un nuevo récord con dos mil 582,6 miles de millones de euros, tres mil 800 más que el mes precedente.
El Instituto Nacional de Estadísticas (Istat), por su parte, pronosticó el tres de diciembre una caída de 8,9 por ciento del PIB en 2020 causada, principalmente, por la disminución en 7,5 puntos porcentuales de la demanda, la cual debe mejorar en 2021 con un incremento de 3,8 por ciento.
En opinión de esa entidad pública, el gasto familiar y las instituciones sin fines de lucro, así como las inversiones, registrarán una fuerte reducción, de menos 10 y menos 10,1 por ciento, respectivamente, al tiempo que el de la Administración Pública experimentará un alza de dos por ciento en 2020 y 0,1 en 2021.
La contracción prevista por el Istat es similar al 9,1 por ciento publicado dos días antes por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico y al nueve por ciento estimado por el gobierno en octubre.
Como una ‘tormenta perfecta’ definió el Centro de Estudios de la principal organización empresarial del país, Confindustria, la doble conmoción de oferta y demanda provocada en marzo y abril por el confinamiento general decretado frente a la epidemia.
Las restricciones tuvieron un impacto económico y social devastador, con una contracción 5,4 y 12,8 por ciento del PIB en el primer y segundo trimestre, respectivamente, en un contexto caracterizado por la reducción del ingreso, falta de liquidez e incertidumbre respecto al futuro.
En respuesta a la emergencia, el gobierno emitió los decretos ‘Cura Italia’, en marzo, y ‘Rilancio’, en mayo, con un financiamiento de 80 mil millones de euros para apoyar a las familias, trabajadores y empresas.
Con la aprobación del parlamento en junio, se convirtió en ley el decreto ‘Liquidez’, mediante el cual destinó un monto de 400 mil millones de euros en créditos para el sector empresarial, respaldados por el Estado hasta el 100 por ciento.
A esos estatutos siguieron otros, dirigidos también a mitigar los efectos de la crisis y estimular la recuperación, denominados ‘Agosto’, y ‘Ristori’, este último con cuatro versiones, para los cuales el gobierno solicitó al legislativo la aprobación de 33 mil millones de euros adicionales.
En todos los casos, junto con el apoyo financiero a trabajadores, familias y empresas, el gobierno dispuso la flexibilización temporal en el cumplimiento de obligaciones fiscales.
Con las ampliaciones del presupuesto, hasta superar los 100 mil millones de euros, la relación entre la deuda y el PIB debe aumentar a más del 160 por ciento en 2020, tomando como referencia el estimado de la Comisión Europea, antes de la adopción de los últimos decretos.
EL REPUNTE DE LA ECONOMÍA Y LA EPIDEMIA
Con la reapertura gradual de actividades a partir de la primera semana de mayo, la economía italiana comenzó a dar señales heterogéneas de recuperación, con progresos más visibles en el área productiva que en la de servicios, afectada por la crisis del sector turístico.
Según la información brindada por el Instituto Istat, en el tercer trimestre se produjo un crecimiento de 15,9 por ciento del PIB, a lo cual contribuyó la producción industrial con un aumento coyuntural de 33,1 respecto al trimestre precedente.
Sin embargo, después de cuatro meses de recuperación sostenida, la producción industrial descendió 5,6 por ciento en septiembre comparado con agosto y 5,1 respecto al mismo mes de 2019, con una ligera mejoría de 0,4 en octubre.
La ralentización de la recuperación coincidió con el repunte de la epidemia, tras casi cuatro meses de relativa tranquilidad en el cual la curva de contagios se estabilizó en una meseta de menos de 500 casos diarios, entre el primero de junio y el 12 de agosto, cuando comenzó el segundo embate.
Ante la rápida expansión de la epidemia, el gobierno implementó un sistema, con tres niveles, para la aplicación progresiva de restricciones en las 20 regiones del país en dependencia del deterioro de la situación epidemiológica de cada una. Amarillo, naranja y rojo son los colores establecidos para clasificar a las regiones como parte de una estrategia dirigida a evitar el confinamiento general en todo el país.
De cualquier manera, las medidas aplicadas afectan a una amplia gama de actividades productivas y de servicios a lo cual se añade el ambiente de temor, inseguridad e incertidumbre, tanto a nivel local como nacional.
Así lo reconoció el 24 de noviembre último el jefe del Departamento de Economía y Estadísticas de la Banca de Italia, Eugenio Gaiotti, en una sesión conjunta de las comisiones de Presupuesto del Senado y la Cámara de Diputados.
Gaiotti señaló que los indicadores más recientes sugieren un debilitamiento de la actividad económica, como sucede en el resto de Europa, y expresó que estudios realizados por su institución confirman la propensión de las familias a disminuir el consumo en respuesta al aumento del contagio. En tal sentido, apuntó que los indicadores relativos al consumo de electricidad, gas distribuido en el sector industrial y flujo de tráfico vial, decrecieron a raíz del recrudecimiento de la pandemia, después de la mejoría gradual observada en el período estival.
Asimismo, declinaron las transacciones mediante pagos electrónicos y los retiros de efectivo en los cajeros automáticos, al tiempo que descendió el índice compuesto de confianza de los responsables de compras de las empresas por perspectivas negativas sobre las órdenes futuras y el repliegue del turismo.
A la luz de estas informaciones, dijo, para el cuarto trimestre es previsible una caída del PIB, aunque menor que la experimentada en la primavera y será más lenta la recuperación en 2021.
En igual sentido se pronunció el Centro de Estudios de Confindustria, cuando vaticinó una contracción de alrededor de cuatro por ciento en el cuarto trimestre, aunque sin afectaciones para el pronóstico de entre nueve y 9,5 por ciento para el año, debido a los buenos resultados logrados entre los meses de abril y junio.
LA AYUDA EUROPEA
Como complemento a las acciones con fondos propios para aliviar el impacto económico y social de la Covid-19, al tiempo que emprender el camino de la reconstrucción, Italia podrá contar con las iniciativas aprobadas este año por la Unión Europea (UE).
Entre ellas, la decisión del Banco Central Europeo de adquirir mil 350 miles de millones de euros adicionales en bonos del tesoro de los países de la zona euro hasta 2021 y los 100 mil millones de euros aprobados por la UE en el marco del denominado ‘Apoyo para mitigar el desempleo en emergencia’.
Además, podrá solicitar hasta alrededor de 36 mil millones de euros en créditos blandos ofrecidos por el Mecanismo Europeo de Estabilidad, para cubrir gastos relacionados directamente con la emergencia sanitaria, sobre lo cual existen discrepancias en las filas del gobierno.
Sin embargo, la asistencia principal provendrá del Fondo de Recuperación regional, o Nueva Generación UE, aprobado el 21 de julio por el Consejo Europeo para 2021-2023, del cual Italia será la principal beneficiaria con 208 mil 800 millones de euros, 81 mil 400 en subsidios y 127 mil 400 en créditos.
arb/fgg
*Corresponsal de Prensa Latina en Italia