De acuerdo con la Administración Nacional del Espacio, el módulo de aterrizaje-ascensor abandonó la superficie del astro con la carga bien sellada y en breve debe volver a acoplarse con su orbitador-retornador, que conducirá el viaje de retorno.
Antes de dejar la Luna la nave plantó allí una bandera de China, desarrollada con materiales especiales para garantizar que soporte las extremas condiciones atmosféricas y preserve sus colores.
El aparató salió al espacio el pasado 24 de noviembre, el martes alunizó e inmediatamente comenzó su misión de tomar rocas y materiales del suelo.
Su llegada a la Tierra está prevista para mediados de diciembre, exactamente a la región autónoma de Mongolia Interior (norte de China), y una parte de las muestras se guardarán en la provincia de Hunan, el lugar natal del fundador de la República Popular, Mao Zedong.
Esta operación es considerada una de las más complejas y desafiantes para el país por el objetivo planteado, y da continuidad a la Chang’e-4, la primera sonda del mundo que recorre el lado oscuro de la Luna.
Si se desempeña hasta el final como se espera, le seguirá otra misión al polo Norte del astro a fin de determinar la edad del suelo, la composición del viento solar, los isótopos de hidrógeno, carbono, helio y oxígeno.
Mientras, la Chang’e-7 buscará descubrir si existe hielo en la parte desconocida y la octava se enfocará en experimentos científicos y pondrá a prueba tecnologías para construir una base de ciencia e investigación que involucre a humanos y robots en la década de 2030.
China desde el verano lanzó también un equipo a Marte que estudiará su atmósfera, entorno y características geológicas.
Sus planes espaciales incluyen explorar otros planetas habitables fuera del sistema solar en la etapa 2030-2045 y así se plantea abrir una nueva era de observación astronómica con tecnologías novedosas.
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