El pasado 30 de noviembre, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) colocó en manos angoleñas la presidencia rotatoria de la Conferencia de Ministros de la institución para el 2021.
Esta nación africana ya lideró la OPEP en 2009, dos años después de unirse a la agrupación, pero la actual coyuntura es mucho más compleja, apreció el análisis de la consultora internacional Deloitte, a petición del diario Jornal de Angola.
En picada desde 2014, los precios del llamado oro negro decrecieron en 2020 por el impacto de la Covid-19, al reducirse aún más la demanda de los mercados europeo, americano y asiático, lo que, unido a la acumulación de superiores reservas globales, provocó una depreciación adicional del crudo y sus derivados, señaló Deloitte.
Durante el año anterior, el precio promedio del barril cayó alrededor de un 35 por ciento; esto representa un reto significativo para todos los miembros del cartel, especialmente para aquellos cuyos ingresos dependen en gran medida del sector petrolero como es el caso de Angola, evaluó la consultora.
Algunos integrantes de la OPEP, consideró, preferirían un alza de la producción conjunta, en beneficio de los ingresos presupuestarios de sus respectivos Estados, lo cual podría resultar contradictorio con la tarea de asegurar la recuperación global de los mercados petroleros en 2021.
La participación del cartel en la producción diaria mundial de petróleo descendió a menos del 50 por ciento en los últimos años, debido fundamentalmente al aumento de la extracción de esquisto en Estados Unidos, convertido en el mayor productor mundial de hidrocarburos.
Sin embargo, razonó Deloitte, la OPEP sigue teniendo gran relevancia en la concertación y la estabilidad de los índices de producción global y, en consecuencia, del valor del tonel de crudo en el mercado internacional, de ahí la importancia de la alianza OPEP+, compuesta por los 13 miembros de la entidad y otros 10 Estados.
Investigaciones recientes de las firmas Rystad y Deloitte sobre la transición energética global indican que, a pesar de la dinámica internacional en curso, el consumo de petróleo alcanzará su pico mundial entre 2030 y 2035.
Por tanto, 60 años después de su fundación, la OPEP tiene ante sí promisorias oportunidades, pese al crecimiento de la producción de petróleo no convencional y los planes de reducción de la huella de carbono asumidos por empresas petroleras de renombre internacional, apuntó la reseña.
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