En su discurso inaugural, Sandu, quien en su momento estuvo al frente de un ejecutivo de la derecha que debió dimitir por acusaciones de corrupción, consideró que Moldavia cuenta ahora con un Parlamento sumido en la corrupción.
Tengo grandes planes, pero me es imposible ponerlos en práctica en solitario, declaró la nueva jefa de Estado, cuyo partido derechista Acción y Solidaridad apenas cuenta ahora con 17 de las 101 bancas del congreso, lo cual le impediría poner en práctica su plan político.
Sandu, quien sustituye al socialista Igor Dodon, exigió como única salida a la situación política en el país la realización de comicios adelantados, pero sin la formación de un Gobierno de transición.
El jefe de Gobierno, respaldado por una coalición en el parlamento y la principal figura del país, donde rige un régimen parlamentario, prometió dimitir para dar oportunidad a la creación de un gabinete, después de las elecciones presidenciales.
Medios de prensa locales recuerdan que mientras la derecha controló la mayoría del legislativo y, por tanto el Gobierno, incluido en el breve tiempo que lo dirigió Sandu, a Dodon en varias ocasiones le suspendieron sus funciones presidenciales.
Ello ocurrió para permitir al parlamento aprobar leyes, contra las cuales podría pronunciarse el jefe de Estado. Para ello, la derecha contó con la cooperación del Tribual Constitucional, que en todas las ocasiones respaldó la legitimidad de la suspensión de las funciones de Dodon.
Pero ahora que Sandu asume la presidencia, trae consigo demandas como la realización de elecciones adelantadas, mientras Dodon y Kiku también estarían a favor de ese proceso electoral, aunque insisten en que ese tiempo debe funcionar un gabinete provisional.
La nueva presidenta moldava prometió, por otro lado, defender los intereses del país, sacar a esta nación de lo que ella consideró aislamiento y se pronunció por tender puentes en lugar de empeorar las relaciones con otros estados.
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